miércoles, 9 de marzo de 2011

La práctica de dzogchen

La práctica de dzogchen en la vida diaria consiste simplemente en desarrollar una completa aceptación despreocupada, una apertura a todas las situaciones, sin límite.

Deberíamos conseguir que la apertura fuese como el patio de recreo de nuestras emociones, y relacionarnos con los demás sin artificialidad, manipulación o estrategia.

Deberíamos experimentar todo totalmente, nunca retirarnos en nosotros mismos, como una marmota se esconde en su agujero. Esta práctica libera una tremenda energía que usualmente está constreñida por el proceso de mantener fijos puntos de referencia. La referencialidad es el proceso por el cual nos retiramos de la experiencia directa de la vida diaria.

Estar presente en el momento puede desencadenar inicialmente el miedo. Pero dando la bienvenida a la sensación de miedo con apertura total, atravesamos las barreras creadas por los patrones emocionales habituales.

Cuando nos comprometemos en la práctica de descubrir el espacio, deberíamos desarrollar el sentimiento de abrirnos totalmente al universo entero. Deberíamos abrirnos con absoluta simplicidad y desnudez de la mente. Esta es la poderosa y ordinaria práctica de abandonar la máscara de auto-protección.

No deberíamos hacer una división en nuestra meditación entre percepción y campo de percepción. No deberíamos volvernos como un gato observando a un ratón. Deberíamos darnos cuenta de que el propósito de la meditación no es ir ‘profundo en nosotros mismos’ o retirarnos del mundo. La práctica debería ser libre y no conceptual, no constreñida por la introspección y la concentración.

El vasto espacio de sabiduría auto-luminosa no originada es la base del ser –el principio y el final de la confusión. La presencia de la consciencia en el estado primordial no tiene prejuicios hacia la iluminación o la no iluminación. Esta base del ser que es conocida como la mente pura u original es la fuente de la que surgen todos los fenómenos. Es conocida como la gran madre, como el útero de potencialidad del que todas las cosas surgen y se disuelven en natural auto-perfección y absoluta espontaneidad.

Todos los aspectos de los fenómenos son completamente lúcidos y claros. Todo el universo está abierto y sin constricción –todo está interpenetrándose mutuamente.

Viendo todas las cosas desnudas, claras y libres de oscurecimiento, no hay nada que alcanzar o realizar. La naturaleza de los fenómenos aparece naturalmente y está naturalmente presente en la consciencia que trasciende el tiempo. Todo es naturalmente perfecto tal y como es. Todos los fenómenos aparecen en su cualidad única como parte del patrón continuamente cambiante. Estos patrones son vibrantes, con sentido y significado en cada momento; y aún así no hay sentido que dar a estos significados más allá del momento en que se presentan a sí mismos.

Esta es la danza de los 5 elementos en la cual la materia es símbolo de la energía, y la energía símbolo del vacío. Somos un símbolo de nuestra propia iluminación. Sin esfuerzo o práctica alguna, la liberación o la iluminación ya está aquí.

La práctica diaria del dzogchen es exactamente la vida diaria misma. Como el estado no revelado no existe, no hay necesidad de comportarse de ninguna manera especial o tratar de alcanzar nada por encima o más allá de lo que en realidad eres. No debería haber ninguna sensación de esforzarse para alcanzar algún ‘objetivo increíble’ o ‘estado avanzado’.

Esforzarse para tal estado es una neurosis que solo nos condiciona y nos sirve para obstruir el libro flujo de la Mente. También deberíamos evitar pensar de nosotros mismos que somos personas sin ningún valor – pues somos naturalmente libres y no condicionados. Estamos intrínsecamente iluminados y no carecemos de nada.

Cuando nos dedicamos a la práctica de la meditación, deberíamos sentirla algo tan natural como comer, respirar y defecar. No debería convertirse en un evento especializado o formal, hinchado de seriedad y solemnidad. Deberíamos darnos cuenta de que la meditación trasciende esfuerzo, práctica, fines, objetivos y la dualidad de la liberación y la no liberación. La meditación es siempre ideal; no hay necesidad de corregir nada. Ya que todo lo que surge es sencillamente la obra de la mente como tal, no hay meditación insatisfactoria y tampoco hay necesidad de juzgar a los pensamientos como buenos o malos.

Por tanto deberíamos simplemente sentarnos. Simplemente permanece en tu propio sitio, en tu propia condición tal como es. Olvida los sentimientos de ‘auto-conciencia’, no tenemos que pensar ‘estoy meditando’. Nuestra práctica debería ser sin esfuerzo, sin presión, sin intentos de controlar o forzar y sin intentar volvernos ‘pacíficos’.

Si descubrimos que nos estamos perturbando a nosotros mismos de alguna de estas maneras, paramos de meditar y simplemente descansamos o nos relajamos un rato. Luego continuamos nuestra meditación. Si tenemos ‘experiencias interesantes’, ya sea durante o después de la meditación, deberíamos evitar convertirlas en algo especial. Dedicar tiempo a pensar en estas experiencias es simplemente una distracción y un intento de volvernos antinaturales. Estas experiencias son simplemente señales de la práctica y deberían ser contempladas como eventos transitorios. No deberíamos intentar volver a experimentarlas porque hacer eso solo sirve para distorsionar la espontaneidad natural de la mente.

Todos los fenómenos son completamente nuevos y frescos, absolutamente únicos y enteramente libres de todos los conceptos de pasado, presente y futuro. Son experimentados en un estado que trasciende el tiempo.

El torrente continuo de nuevo descubrimiento, revelación e inspiración que surge en cada momento es la manifestación de nuestra claridad. Deberíamos aprender a ver la vida diaria como un mandala –las luminosas franjas de experiencia que irradian espontáneamente de la naturaleza vacía de nuestro ser. Los aspectos de nuestro mandala son los objetos ordinarios de nuestra experiencia vital moviéndose en la danza o la obra del universo. Mediante este simbolismo el maestro interior revela el profundo y último significado de ser. Por tanto deberíamos ser naturales y espontáneos, aceptando y aprendiendo de todo. Esto nos permite ver el lado irónico y divertido de los acontecimientos que normalmente nos irritan.

En la meditación podemos ver a través de la ilusión de pasado, presente y futuro –nuestra experiencia se vuelve la continuidad del ahora. El pasado es solo un recuerdo poco fiable asido en el presente. El futuro es solo una proyección de nuestras concepciones presentes. El presente mismo se desvanece en cuanto intentamos agarrarlo. Así que, ¿por qué preocuparnos por intentar establecer una ilusión de sólida base?

Deberíamos liberarnos de nuestros recuerdos del pasado y preconceptos sobre la meditación. Cada momento de meditación es completamente único y lleno de potencialidad. En tales momentos seremos incapaces de juzgar nuestra meditación en términos de experiencia pasada, seca teoría o hueca retórica.

Simplemente sumergiéndonos directamente en la meditación en el momento ahora, con todo nuestro ser, libres de duda, aburrimiento o excitación, ES iluminación.

Dilgo Khyentse Rinpoche. Traducción de Belén Giner

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